Y cuando me posé bajo el panal de espinas
--aquel cactú que brotaba y caía de un tronco volador,
contenedor de espinas y manjares--
me convertí en mujer tierra,
mujer verde,
mujer vida.
Ya pasaba yo por ser mujer agua
mujer aire.
El "tierra tierra tierra" lo traigo adentro:
me limita y delimita,
me absorbe y me constriñe,
me da fuerza y ordena.
Con la pasión, con las palabras vertidas, con los sueños imaginados, con el yugdo,
así con eso,
fui mujer fuego.
(Ah, claro:
un día posterior que es hoy, fui mujer montaña, mujer río, mujer océano... mujer útero, mujer matriz, mujer remolino, mujer cascada, mujer-mujeres. Eso también fui)
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