martes

5 de mayo en Xochiapulco




[mayo 2005]

I
Las festividades del 5 de Mayo se acercaban. Laura y yo decidimos trasladarmos más de 400 kilómetros a Zacapoaxtla y Xochiapulco para observar "los festejos populares" entre los pobladores de la Sierra Norte de Puebla. Debido a que los famosos "zacapoaxtlas" fueron los que contribuyeron, hace 143 años, con el mayor número de tropas en la famosísima Batalla del Cinco de Mayo de 1862, se hacía pertinente mirar cómo sus descendientes conciben y recrean el hecho histórico.
Las festividades de los habitantes de esta región serían observadas, grabadas y fotografiadas para reunir ideas generales respecto a las celebraciones laicas y poder comparar las demandas y recreaciones populares con las oficiales. Escuchar, al mismo tiempo, algunas reflexiones acerca de su historia. El deseo oculto era saber de la producción musical popular que, quizá, sostendría su resistencia.
Si bien ya lo ha enunciado Guy Thomson[1], las tropas que nutrieron la Batalla de Puebla no estaban extraídas del poblado de Zacapoaxtla sino del entonces distrito de Zacapoaxtla (ya que en esta demarcación estaba el pueblo de Xochiapulco) la confusión todavía pervive entre los estudiantes y mexicanos en general. Este embrollo permitió que los propios pobladores de esa ciudad se apropiaran del triunfo y que pasaran a encabezar los festejos nacionales.
El galimatías, además, oculta un asunto político. Existe un conflicto histórico entre esos pueblos de la Sierra Norte: por un lado, y siempre como centro de conservadores y de constantes ataques a las tierras de los poblados indígenas nahuas, estaba Zacapoaxtla; del otro, los poblados indígenas cercanos, como Tetela de Ocampo y Xochiapulco, que en plena alianza con los liberales –encabezados por los tres juanes de la sierra (Juan Francisco Lucas, Juan N. Méndez y Juan Crisóstomo Bonilla)—combatieron entonces por las propuestas republicanas.
La batalla del cinco de mayo, entonces, no solo enfrentó a mexicanos contra extranjeros (franceses en este caso) sino también a conservadores (algunos de Zacapoaxtla) y a liberales (muchos de Xochiapulco y de Tetela).
Y dicha batalla, más allá de los datos numéricos, de las tácticas y estrategias de ambos bandos, de la explosión de un edificio con pólvora en Chalchicomula unos días antes, de la desventajosa o favorable situación geográfica de los Fuertes Loreto y Guadalupe, tuvo como resultado la derrota de los franceses. Con esto se posibilitó el levantamiento moral de los combatientes y de muchos mexicanos. Desde ese momento, el triunfo fue utilizado por los republicanos como muestra de la invencible capacidad y valentía mexicana para enfrentar a “los extranjeros que vienen a sojuzgarnos”.
También es cierto que ello ayudó a que por un año, las tropas francesas se vieran detenidas en su expansión territorial y política por México que, acompañados por otras tropas conservadoras permitieron la cristalización de la Junta de Notables y, más tarde, el Segundo Imperio.
Pero continuemos con el viaje. Llegamos primero a Zaragoza, en donde vimos un desfile escolar con las bandas de guerra. Corrimos entonces a Zacapoaxtla, esperando ver ese mismo 5 de mayo las famosas y sentidas representaciones de los enfrentamientos. En sus calles encontramos cómo mucha gente se agolpaba para ver el desfile que, con las mismas características de Zaragoza, inundaban las calles más importantes. La decepción llegó inmediatamente al ver que los festejos terminaban ahí: el desfile presentaba a las escuelas de alrededor en medio de un ambiente festivo, pero que no correspondía con la batalla del cinco de mayo. La plaza central estaba abarrotada de juegos mecánicos, de comida rápida y souvenirs típicos de cualquier lado.
Preguntamos en la calle a algunos asistentes y, si, aceptaron que las representaciones ya no se realizaban y que con lo único que se venía festejando era con el desfile escolar.
Por tanto, nos dirigimos a Xochiapulco.
A una hora de Zacapoaxtla, el pueblo que quemó todas sus estructuras el 4 de diciembre de 1864 con el objetivo de evitar que los franceses y extranjeros llegaran y tomaran víveres, de acuerdo con las órdenes de Juan Francisco Lucas, su dirigente[2], se encontraba en total paz y tranquilidad. Xochiapulco tampoco celebra el 5 de mayo, a pesar que desde 1864 y por decreto presidencial su nombre completo es “Villa 5 de mayo Xochiapulco”.
Los habitantes esperaban con nostalgia[3] al Batallón que, año con año, asiste a desfilar a Puebla. Mientras, en el Palacio Municipal se preparaba una sencilla exposición fotográfica. Una manta en el pueblo indica que los xochiapulquenses, al haber combatido contra los franceses en 1862 y durante la Revolución Mexicana, nadie podría exigirles ya nada. Los cohetes y los huesos de los austriacos acomodados en vitrinas y en el piso expresaban también la ansiedad con que toda la población esperaba noticias de los pormenores del desfile. A esta celebración oficial asistió Vicente Fox[4].
Desde hace tiempo, las celebraciones en Xochiapulco se atrasan un día: los padres de familia y los hijos van a Puebla a contribuir, como lo hicieron hace tantos años. Ahora, los vecinos se reúnen para despedir y luego para recibir a los dignos representantes. Por la noche festejan con verbenas populares y el 6, nuevamente, con un desfile.
De esta forma, lo que encontramos no fue una representación popular como esperábamos: 1)En Zaragoza las instituciones escolares lanzan en un desfile monótono a los estudiantes, para recordar y concientizar a la población respecto al acontecimiento más famoso en la región. 2) En Zacapoaxtla[5], en cambio, se celebraba, en realidad, el aniversario de la fundación de esta villa. No se conmemora el aniversario de la Batalla. 3) En Xochiapulco se dan dos procesos. El primero es el traslado a la ciudad capital del Estado de su celebración, lo cual significa una continuación del apoyo a las festividades externas que tendrán un mayor alcance e influencia nacional. El segundo es la transformación del programa festivo que sustituye las representaciones de la batalla por las verbenas populares, logrando reunir en una pequeña celebración propia –no para turistas—a sus habitantes con la consigna de no abandonar ni las ideas republicanas pero tampoco la memoria de su participación histórica en acontecimientos político-militares de tan gran importancia.

NOTAS I
[1] “Memoria y memorias de la intervención europea en la Sierra de Puebla, 1868-1991”, en: Antonio Escobar O., Romana Falcón y Raymond Buve (comps.), Pueblos, comunidades y municipios frente a los proyectos modernizadores en América Latina, siglo XIX, México: CEDLA-El Colegio de San Luis, 2002, pág. 144-165.
[2] Jesús Ferrer Gamboa, Los tres juanes de la sierra de Puebla, México: SEP, 1967; Donna Rivera Moreno (autora y compiladora), Xochiapulco: una gloria olvidada, México: Gobierno del Estado de Puebla, 1991.
[3] Profesor Oscar Gutiérrez. Entrevista realizada por Ilihutsy Monroy y Laura B. Moreno el 5 de mayo de 2005 en Xochiapulco, Puebla.
[4] “Viene Fox al desfile del 5 de mayo”, en: Síntesis de bolsillo región Teziutlán, miércoles 4 de mayo de 2005, año 1, núm. 63, p. 5
[5] Darío Cruz Martinón, “Festejan el 465 aniversario de Zacapoaxtla”, en: Síntesis de bolsillo región Teziutlán, miércoles 4 de mayo de 2005, año 1, núm. 63, p. p.

II
Transformaciones en las celebraciones de la Batalla del 5 de mayo
Más allá de procurar mis propias opiniones a partir de este viaje, me pareció que lo que debía realizar era un seguimiento en algunos periódicos. Para ello, consulté los diarios El Nacional, Excelsior, La Jornada y Reforma correspondientes a dos años (1962 y 2005) por lo que hay que tener en cuenta los incompletos y disparejos resultados. A continuación expreso algunos resultados preliminares.
En 1962, año que celebraría su centenario, aparecieron en gran cantidad notas referentes. En El Nacional al servicio de México, (viernes 4, sábado 5 y domingo 6 de mayo[1]) hay múltiples ejemplos de la utilización de los días festivos por las instituciones públicas. Los artículos y notas periodísticas giraban en torno a: a)la construcción de la carretera 5 de mayo que une Puebla y la Ciudad de México, la cual contribuiría con un recorte en el tiempo del traslado de casi una hora y quince minutos; b) infinidad de altares que celebran la batalla; c) la inauguración de una estatua ecuestre de Zaragoza y de 493 bustos del mismo en diversas escuelas del país; d) el sorteo con el premio mayor por 20 millones de pesos organizado por la Lotería Nacional; y finalmente, e) la emisión de 8 millones de timbres alusivos. Las notas invitaban a la población y a los diputados y senadores de la XLV Legislatura al Festival Cívico en Puebla, el cual consistiría en un desfile-marcha (hasta con contingentes de Marina) y la jura de fidelidad a la bandera por parte de los 15 mil jóvenes conscriptos.
En este mar de información de El Nacional, sólo tres notas consisten en una reflexión histórica: el escrito por el Gral. Ruben García titulado “Cómo utilizó el General Zaragoza las fortificaciones de Puebla”[2], el de Agustín Cue Canovas, “La Intervención Francesa. México antes de la Intervención (1856-1861)”[3] y “La Batalla de Puebla” por Carlos Villamil Castillo[4]. De un total de 25 notas, sólo tres hicieron un recordatorio histórico así como una explicación del hecho en sí mismo.
Cien años después, una seria transformación había ocurrido.
En cambio, los periódicos del 2005 consultados, presentaban las siguientes notas:
La Jornada, (sin plantear antecedentes los días 4 y 5 de mayo) el viernes 6, en portada, mostró al entonces presidente Vicente Fox acompañado por el titular de la SEDENA, los cuales encabezaron el acto político consistente en un desfile. Con sólo dos notas se resumió la escenificación de los enfrentamientos entre zacapoaxtlas y franceses en el Peñón de los Baños[5]. Sin embargo, me parece muy interesante que al interior hubiese una reflexión histórica muy amplia sobre la “Marcha de los vivos en Auschwitz para conmemorar el Holocausto”, y en cambio nada sobre la Marcha militar recordando el 5 de mayo.
En el periódico Reforma, Corazón de México (tampoco hay información publicada los días 4 y 5), el día 6 de mayo también se reseñaron los discursos políticos que habían hecho tanto Santiago Creel Miranda (secretario de Gobernación) como Fox. También, con oportunas entrevistas, aseguraron que “Aburren discursos a jóvenes”[6].
En Excelsior, el viernes 6 de mayo, se dieron a conocer dos notas sobre las festividades: la primera sobre el desfile donde Fox estuvo presente y se dio la protesta de los conscriptos[7]; y la última que narró al mismo tiempo los acontecimientos de las celebraciones en San Juan de Aragón y en el Peñón de los Baños. Gracias a la amplitud de la información, se divulgó la información sobre la celebración de la firma de los Tratados de la Soledad en un parque cercano[8].
En tres periódicos durante tres días sólo se encontraron siete notas que de manera muy diversa dieron a conocer los festejos oficiales (4 notas) y populares (sólo 3). No hay reflexiones que combinen los datos históricos y explicaciones. ¿Qué sucedería con, por ejemplo, un nuevo lector de la prensa cotidiana que no sabe qué ocurrió con la Batalla del 5 de mayo?
La información que sirve para contextualizar a las notas aludidas no deja de ser la misma gata pero a veces, y sólo a veces, revolcada: “[...] evocaron el recuerdo de la batalla librada en los fuertes de Loreto y Guadalupe, de Puebla de los Ángeles, en que las armas mexicanas se cubrieron de gloria al derrotar, el 5 de mayo de 1862, al invasor francés y hacerles morder el polvo de la derrota[...]”[9], o el que dice: “[...] un folclórico grupo de "indígenas zacapoaxtlas" volvió a derrotar en el Peñón de los Baños a los "temidos zuavos", elite del ejército francés que hace 143 años, el 5 de mayo de 1862, a las puertas de la ciudad de Puebla, fueron en realidad abatidos por el Ejército mexicano, comandado por el general Ignacio Zaragoza”[10].
En esta breve búsqueda se encontró una transformación de una festividad político-militar oficial sobre un acto militar que impactó por mucho tiempo a la sociedad mexicana pero que no fue reflexionada. Por tanto, le fue impuesta.
Desde 1863 se tornó en una festividad propia de los liberales la cual fue heredada al porfiriato y luego a la Revolución Mexicana, al periodo posrevolucionario y acogido con fervor por el priísmo[11]. Tanto es así, que fue hasta 1973 cuando se fundó la Asociación Civil 5 de Mayo del Peñón de los Baños[12] que comenzó este grupo de vecinos a organizar una celebración más social y que implicó mayor compromiso. De esta forma se escenificó la propia Batalla (por supuesto, con ello se logra que los mexicanos triunfen nuevamente y al infinitum, sobre las armas extranjeras).
¿Qué pasa con los demás poblados más relacionados con estos acontecimientos, por ejemplo Zacapoaxtla, Xochiapulco y Tetela de Ocampo?, ¿cómo se festeja el triunfo entre muchas otras poblaciones lejanas –además de los mexicanos en Los Ángeles, California-?, ¿qué piensa la gente que participa en esos festejos?
Sin duda, un interés periodístico, histórico y antropológico podrían dar como resultado un reportaje que, de manera más completa, integrara información social, política, histórica y hasta económica. Ello nos podría mostrar luces sobre la continuación, transformación o desaparición de estas celebraciones ya populares y oficiales.

NOTAS II
[1] Con números 11891, 11892 y 11893, año XXXIII, tomo XXXV, 4ª época.
[2] El Nacional, domingo 6 de mayo 1962, p. 3.
[3] El Nacional, domingo 6 de mayo 1962, p. 3.
[4] El Nacional, Revista Mexicana de Cultura, 6 de mayo de 1962, n. 768, 2ª época.
[5] Las notas se titulan: “Zacapoaxtlas y franceses de lentes oscuros y peinados al estilo punk. En San Juan de Aragón los chavos imprimieron se sello a los festejos”, p. 38 y “Caos vial por la fiesta en Peñón de los Baños al recordar la Batalla de Puebla. Cañones artesanales y rifles hechizos, en la conmemoración del 143 aniversario de la gesta. Las autoridades reportaron saldo blanco al finalizar el sangriento combate”, p. 41.
[6] Reforma, Corazón de México, viernes 6 de mayo, año 12, n. 4,158, p. 5-A.
[7] Excelsior, viernes 6 de mayo, año LXXXIX, tomo III, n. 32,025, p. p. y p. 4.
[8] Excelsior, viernes 6 de mayo, año LXXXIX, tomo III, n. 32,025, p. 16-A.
[9] Excelsior, viernes 6 de mayo, año LXXXIX, tomo III, n. 32,025, p. 16-A.
[10] La Jornada, viernes 6 de mayo de 2005, p. 41.
[11] Mírese la “Crónica conmemorativa del 5 de mayo, 1862-1982”, en: El 5 de Mayo de 1862 a través de la Historia de México, México: DDF, 1983, p. 51-76.
[12] Tiempo Libre correspondiente al 4 de mayo de 2005.

3 comentarios:

Mario CE dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mario CE dijo...

Excelente análisis, pocas veces se pueden observar ecuaciones etno-históricas como la que lograste. El abuelo de la familia participó en las luchas que se dieron alrrededor, de Juan Francisco Lucas (Miguel Español se llamaba): el famoso "liberalismo popular" del que habla Thomson en su magnífico libro. Me ha dado gusto rememorar a mis antepasdos en tus líneas, felicidades y adelante con tus proyectos. saludos desde algún lugar la ciudad de México.

Ilihutsy dijo...

Yamel, muchas gracias a tí por tu lectura y tus palabras.
Qué orgullo que tu abuelo estuviera allí.
A unas cuantas semanas de conmemorar el 150 aniversario de la Intervención Francesa, ¡¡¡Independencia y Revolución Social!!!