jueves

Lagos llaneros




[Febrero 2009]

Si, lo sé. Este mensaje debí de lanzarlo en el momento de haber llegado a Managua, cuando las impresiones eran frescas. Pero hasta hoy miércoles, unas cuantas horas antes de partir a México y verlos, me encuentro con la presión de hacerles saber cómo estoy, qué veo, cómo se ha desarrollado todo por aca.

Aclaro para los que no lo saben que sólo hemos estado (Guillermo y yo) unos cuantos días; desde el sábado para ser precisos. Así que decidimos asistir a lo que pareciera lo indispensable: Managua y una sola ciudad, que en este caso fue Granada. Estamos aqui para participar en el III Encuentro Internacional de Historia Oral organizado por la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (oh, si Andrea, si existe la UNAN), yo como asistente y Guillermo como ponente.

Narro lo lindo. Lo lindo es Granada. Es la ciudad más vieja de Nicaragua, fundada desde el siglo XVI. Está en las orillas del lago más grande de Centroamérica, el lago Nicaragua, que abarca todo el horizonte. Es bellísimo y está conectado por los ríos San Juan (y quién sabe cual otro) al mar y al lago de Managua. Es cierto, hay tiburones en su interior (Martha, ni siquiera los pudimos ver). También hay una isla con una bateria de fortificación que sirvió (según dicen) para enfrentar a los filibusteros y piratas que entraron a saquear y quemar en diversas ocasiones, no sólo Granada sino también León, la otra gran ciudad antigua de Nicaragua. La ciudad tiene una inclinación conservadora y turística, por lo que podemos encontrar a cada paso un chingo de gringos. Mmmhhh...

En cambio, Managua no es nada turística. Cuando digo nada es, en realidad, nada. No hay siquiera un centro histórico porque debido al terremoto de 1972 (y muchos otros) se cayeron los pocos edificios históricos que habían. Por ejemplo, la catedral vieja es ahora una estructura abandonada que sirvió de trinchera para guerrilleros y militares durante la toma de la ciudad en 1979 por parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional (que el 19 de julio cumplirá 30 años de su celebración, hace 3 décadas que anduviste por acá María Luisa, acompañando y solidarizándote con la reconstrucción), y por eso ni siquiera se puede ingresar a su interior (que ni ganas tenía).

La infraestructura museográfica es muy pequeña (sólo hay dos museos en cada ciudad) pero me parece que la museografía es muy buena, la información es básica pero bien expresada... Hijole, yo aprendí mucho con sus exposiciones que en nada refieren a la historia oficial como en México, sino más bien tienden al rescate de las experiencias sociales y culturales del pueblo nica.

Pero como de caminar, aprender en la calle y entrar a los dos museos no satisfacen todas las necesidades, pues Memo y yo decidimos ir a buscar comida... y ahí fue donde nos encontramos con lo "no lindo". Y así lo dispongo porque en realidad fue una buena experiencia el introducirnos a la "Nicaragua profunda" (y cómo te recordábamos Ale, cómo te recordábamos). Fuimos al mercado oriental porque imaginamos encontrar ahí de comer, pero en realidad nos hallamos con una ciudad tianguis estilo Tepito-La Merced-Pantitlán en sus peores épocas, muy mal pedo. Caminamos, caminamos y después de estar perdidos un buen rato ( y con sólo unos platanitos en la panza) pues mejor tomamos un taxi para que nos llevara a comer a donde fuera. Y es que ese es un problema para los extranjeros, no hay donde comer. Definitivamente no cuento como recinto de la alimentación a Subway y a McDonalds. Lo afirmo. Eso lo interpreto como una buena señal de que la mayoría de los nicaragüenses siguen comiendo lo tradicional (como el gallo pinto, el platillo tradicional, que es arroz con frijoles) en sus casas, y sin caer en lo comercial se han alejado de serios problemas que enfrentamos en México (por ejemplo, no hay gordos). Terminamos comiendo en un restaurante bien chic, con la burguesía nica...

Y esto me lleva a las impresiones de la sociedad en Managua. Hay un chingo de pobreza, pero en serio un chingo. Y como eso se ve en casi culquier esquina y en la mayor parte de la ciudad me dije, siguiendo la postura de William Morris, claro, la pobreza no ofende si no hay desigualdad. Pero cuando llegamos al restaurante chic que les platico (El Tiscapa), pues se me cayeron las vendas de los ojos: también hay un chingo de desigualdad.

El hombre más rico de Nicaragua, del cual ya olvidé su nombre, es dueño de la cadena de cafés "Café latino". Dicen que está bueno (el café). No lo probé y no lo probaré. Tiene entre sus haberes un par de islitas en el lago Nicaragua, uy, super lindas, envidiables. Dicen que rondan los 400,000 dólares. Ya saben, una minucia.

Y entonces, empezó el dolor. El coraje. La molestia.

Se avisora que con el triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional en la Alcaldia de Managua a comienzos de este febrero, consolide las muchas esperanzas que estaban ensombrecidas, olvidadas, perdidas... después del regreso del neoliberalismo que se precipitó de forma posterior al triunfo de la Revolución sandinista.

Mientras, se escuchan voces contradictorias, rumores que suscitan algo así como miedo: el FSLN recitando a Dios y al Pueblo en cada frase (si Luz, lo sé, sé que la Revolución sandinista estuvo acompañada por los teólogos de liberación, pero me sigue pareciendo casi incorrecto sumar Revolución con Dios, ¿no?); la prensa insistiendo en el fraude que acaban de vivir los nicas (y con nuestra reciente experiencia del fraude, bueno, pues a uno lo cala de forma inmediata, aunque nos expliquen que sólo son acusaciones de la derecha)...

Y todo el choro va acompañado de algunos últimos asuntos: no hay carteles de Sandino ni de Ortega (lo siento Luz); no hay tazas souvenirs (lo siento Isabel); no hay libros que analicen y expliquen por qué el gobierno de Nicaragua está dividido en cuatro poderes (lo siento Terekua); no hay timbres para que les envíe una postal (ni modo madre). La música está carísima (13.52 dólares cada cd) así que aunque llevo algunos compactos sólo los podré rolar (lo siento Sandra y Música por América Latina). Los libros son caros (de 5 dólares para arriba).

Ah, si, el Encuentro ha estado muy bien. He aprendido mucho. Me emociona, como siempre, escuchar a Pablo Pozzi y sus recomendaciones sobre el compromiso del historiador. Me sentí orgullosa de escuchar al Memo entonar una buena melodía sobre los jóvenes disidentes de los setenta.

Para este recorrido leí a Adolfo Gilly (La nueva Nicaragua (antimperialismo y luchas de clases)); a Jaime Wheelock (La resistencia antimperialista en Nicaragua) y la antología del Mora (Centroamérica I). Si saben de más bibliografía, opiniones y conocimiento, los espero.

Un beso y desde mañana nos vemos.

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