miércoles

La vida me lo debía

Hay un lazo del pasado que me hace vibrar,

me arrebata el aliento y

me hace tejer sueños tan poéticos

tal como los necesito...




Hace quince años lo escuché hablar y cecear. La pasión fue inmediata. El gozo se sintió cercano. Las miradas, los silencios y la poesía se dieron cita y me enamoré. Por primera o última vez, quién sabe; ahora da lo mismo... Una noche mágica le pedí que me enamorara más y siguió mis instrucciones al pie de la letra.



Luego, devinieron encuentros extraños, inentendibles, de esos en los que se sufre. La tierra del Nayar, un paraíso huichol, se convirtió en el infierno. No nos encontramos, sólo nos perdimos. Imágenes y sonidos lúgubres y distorsionados aparecieron en Jala con el camino de piedras volcánicas, en la playa de San Blas, en Santa María del Oro, en la presa y el pueblo Huichol, en Tepic... En Mexcaltitlán la desesperación fue más allá de lo soportable y por eso resulta ser parte de una pesadilla angustiante. Más tarde llegó la decepción. También la enfermedad, el vicio, el pozo oscuro y el vacío.



Pero no hubo olvido. Hubo transformación. Me convertí en cazadora de mariposas. De esas crisálidas que tenían en sus alas marcadas su nombre y vivencias, sus noticias y deseos. Cualquier palabra sobre él era guardada con tiento en la canastilla del corazón. A veces los decires ocultaban los verdaderos sentimientos y preguntas. Cuando nos encontrábamos en la escuela, yo quería saber "¿qué te parece la luna llena?" pero me escuchaba decir cualquier cosa respecto a la academia.


Y más tarde, quince años después, otra transformación llegó a mi cuerpo, alma, corazón, cerebro y vida. Y me reconcilié con la del pasado, o sea con la enamorada.


Y con esa nueva y vieja circunstancia, lo vi. Me vio. Nos vimos.



En ese contexto puedo decir, "la vida me lo debía".



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