miércoles

El viaje del mate




Y el mate me contó que un día se separó de I. atraído por el bello paisaje de Ciudad Universitaria que se miraba a través del elevador del magnífico ventanal. Aprovechando que la locura hacía que I. estuviera pendiente del bambú, el mate se escapó y se quedó atrapado entre visiones paradisíacas. Luego, subió y bajó. Aprendió que en la cotidianidad puedes estar lleno de hierba y recibir agua caliente, ser repositario de sorbos y acompañante de pláticas y de silencios y, de pronto, puedes dejar esa cómoda forma de vivir y por eso traer la hierba de un día, estar sucio y sintiéndote abandonado. Pero cuando se reconocen los vínculos que se crean entre los objetos y los sujetos, entre las cosas y los casos, el asunto se hace más sencillo. I. preguntó por todos lados y halló al mate con esta nueva vivencia. Al día siguiente se reunieron de nueva cuenta para ya no alejarse.

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