miércoles

Yugdo en el Bollullo canario

Para Antonio Iborra con mi incipiente lealtad




Para Cristino con todo mi corazón







Con la advertencia de que el nunca no existe, comienzo diciendo que nunca pensé encontrar una disciplina que me hiciera feliz. Pero si la hay.

El yug-do lo vengo practicando y ejerciendo desde hace más de dos años. Lo conocí en Ciudad Universitaria, donde trabajo, por instancia del ahora mi maestro Serafín.

Me permitió disponer de mi cuerpo como herramienta, y fin, de la felicidad y alegría. A estas dos se accede a través del sudor y la convivencia pero también por la reflexión y conciencia a partir de las experiencias diversas con una misma rutina. Esto es, hay ceremonia de apertura y clausura, movimientos básicos, catas o formas, además de las posturas o asanas. Esta integración del yoga y las artes marciales con un bambú ayuda a desarrollar lo interno a partir del esfuerzo sin esfuerzo, del estar aquí y ahora en plena conciencia.

Con mi inocente confusión, pensé que el yugdo era sólo ejercicio, un deporte que podría ser suplantado en cualquier momento por el yoga o el karate-do. Pero no es así.




Después de unos meses de estar en todo, y en nada, tuve un sueño: me hacía disciplinada y en el parque cercano a mi casa me pondría a practicar yugdo todas las mañanas; luego, iría a Tenerife a compartir con los compañeros yugdoítas la experiencia arquetípica en otro lugar del mundo.

Así que, como es tiempo de ejecutar sueños y concertada la cita, llegué a Tenerife norte, al dojo del Centro Sociocultural Sun, en La Laguna, para practicar yugdo y escuchar al maestro Antonio Iborra, creador del yugdo. Por cierto, el yugdo es sólo una joya más en su largo caminar terapéutico y sanador.

Me encontré en un espacio único: rostros y cuerpos felices que se engalanan con cintos de colores; sonrisas que abrazan y miradas que te llevan de paseo; una solidaridad milenaria que te incorpora a todo; alimento sano para el cuerpo (gracias Carmen por la comida en Alegra Buffet donde "comer es un placer") y para el alma; convivencia enriquecida por sol, viento, mar, el volcán Teide, paredes y espejos. En palabras de Cristino, estabamos en yugdolandia...

Fuimos a la playa del Bollullo donde cargamos y descargamos piedras encima de la fina arena negra y el escenario de olas majestuosas. Cantamos con los cuerpos y brindamos con las palabras y las enseñanzas. Como si estuvieramos en el borde del mar y de la buena vida.

La experiencia de yugdo entre canarios fue altamente nutritiva: aún no logro captar toda su influencia e impacto. Con el tiempo saldrá ello, lo intuyo. En el mientras, seguiré proyectando y ejecutando sueños...

http://www.yug-do.com/
http://www.alegrabuffet.com/

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