jueves

El sol me sonroja la piel y los recuerdos me iluminan con sus improntas maravillosas: Puerto Escondido

I
El Puerto Escondido de mis lejanos y cercanos ayeres
Y entonces, cuando se te olvida la premisa que dice "nada deja de cambiar", la realidad te lo constata. A cada paso, a cada momento...
Hace 17 años fui a Puerto Escondido, Oaxaca. El viaje fue eso, todo un viaje. Ginger y yo nos trasladamos a la ciudad de Oaxaca en tren. El camino fue muy amable. En la ciudad buscamos en los camiones de segunda clase una oportunidad con los choferes; solicitamos un aventón. Luego de un rato, lo conseguimos pero hicimos un alto en Juquila. La osada travesìa que hicieron esas dos chicas de 18 años fue bien librada.
Allá, todo me pareció mágico pero abandonado. Ahora que recapitulo estoy segura que no era el contexto, no era la playa ni el mar, ni nuestra endeble economía que nos limitaba en todo, sino que era yo y mi depresivo estado. Aún así, conservo recuerdos infinitos de alegría, pasión, amistad y de contacto con la naturaleza que hacen que las sonrisas se desplieguen en mi rostro.
Recuerdo un Puerto Escondido pequeño, que te abrazaba constantemente. Una rápida visita a la playa te conectaba con todos los negocios de extranjeros, sobre todo italianos, con todos los habitantes y fuereños. Con una vida nocturna y diurna original y gustosa; juvenil y amatoria tan sólo por estar en el mar. Oh si, ahí la vida era más sabrosa.
Y entonces, cambió mi vida: mis ojos y mi tristeza tornó en alegría. Esta nueva Ilihutsy viajó de nueva cuenta a Puerto Escondido. Y me encontré puras sorpresas. Puros gustos e imagenes que se sobreponen y complementan con los viejos. Nada es como lo recuerdo.
El viejo Puerto Escondido ya no se limita a una bahía y al mar abierto para los surfistas, sino que se extendió completamente hacia Zicatela y más allá. La playa Marineros es un sitio popular y de un gozo particularmente familiar. Ya no queda nada de la vieja vida que ahí en el Adoquín se daba cita. Zicatela, en cambio, es muy grande, lleno de turistas extranjeros y de negocios atractivos por su gastronomía, sus paisajes y el permanente estado cosmopolita. De todas las nacionalidades y rumbos se reúnen trabajadores, visitantes, mirones... los italianos están, pero se pierden entre tantos granos de arena.
Todo se ha transformado: cultural, económica, turística, social y geográficamente. Todo muda, todo cambia, todo se mueve.
Y entonces, cuando la brisa del mar me columpiaba en una hamaca, tuve un sueño. Puerto Escondido se había trasladado en hamacazos hacia la punta extrema; se había extendido debido al ir y venir de las olas...


II
Le sorelle a Puerto Escondido
La prima volta io sono stata lí colla mia carisima amica Ginger. E tutto era nella lengua italiana. Questa volta, io sono stata colle mie sorelle Sandra e Cynthia. E non ho ascoltato parlare la lengua latina; questo l´ho desiderato tantissimo ma non é sucesso. Va bene¡¡¡
Che cosa posso dire da questa vinculazione di sorelle? Niente che non é conosciuto. Le amo tantisimo e, alle tre, voglio dire che sto troppo contenta da vivire con loro sotto il bello sole da Puerto Escondido.

III
Hombre piedra, hombre claro.
Hombre-duende, lector sagaz, escucha reverenciado.
Amante y dadiva.

Hombre alarmado con tanta tranquilidad,
Asoleado con tal liviandad.
Con tanto pensamiento.

Hombre, piedra, pasión, polvo, gozo, noche, sangre...

La lluvia íntima con el mar de escenario;

hasta los pollos nos acompañaron.

Ojos de razón,
Corazón de psicólogo,
Lléname la boca...

Historias de bandidos, rumiantes, viajes y enseñanzas

rodearon la caldera de nuestros abrazos.

Así fue, así la viví. Así la recuerdo, así la cargo.

1 comentario:

Ilihutsy dijo...

Y fui otra vez a Puerto Escondido tan sólo para ver a mi hombre piedra... Y me volví a enamorar. Y me volví a desenamorar para sobrevivir.
Visité Zipolite y fue como volver al Puerto Escondido de hace 17 años... Hasta me vendieron un panqué de mota. Y me volví a acurrucar en sus brazos y en su pasión...
Oooooooooooh, mar y hombre piedra; momentos más que maravillosos.