lunes

Sorpresas en la Ermita del Silencio

En esos días, todo era Yug Do. Hasta el silencio lo fue.

Visitamos la Ermita del Silencio, posada de franciscanos que trabajan con sus espíritus, mentes y cuerpos mediante las técnicas de la meditación Zen y el Yoga, ubicada frente al Popocatépetl y a un costado del Iztacihuátl.

Acontecieron muchos eventos simbólicos que me significaron movimientos telúricos y erupciones que, a su vez, tuvieron su par en la naturaleza: no solo fui algunos arcanos del Tarot, sino que esta vez estuve dentro de varias cartas; me adentré en una cueva de un ermitaño para sentir el sabor salitroso de sus paredes enmohecidas; y, como broche de oro, el querido don Goyo eruptó fumarolas y lava incandescente por varias horas, iluminando la noche estrellada mientras hacía un pacto conmigo misma.

Subir, bajar... el Mago, la Sacerdotisa, la Emperatriz... como siempre, como nunca.

Gracias, Popo, por tan atrevida enseñanza sincrética.




No hay comentarios: