Hace seis años que ingresé como técnico académico
al Archivo Histórico de la UNAM. Desde entonces he estado al tanto de lo que
acontece al interior del IISUE, ya que mi experiencia con la vida universitaria
se restringía a una entidad externa a la UNAM -la Escuela Nacional de
Antropología e Historia- y, por tanto, desconocía casi todo lo de la
Universidad: desde los órganos colegiados, jerarquías, medios de comunicación
al interior así como la forma diplomática de hacer algunas cosas hasta el ritmo
de trabajo…
Todavía
recuerdo que, el día que asistí por primera vez a la reunión informativa de los
representantes de los técnicos ante el Consejo Interno, yo preguntaba no sólo por el tipo de tareas
que debían ejecutar los representantes sino también por las razones de la poca
participación de los compañeros. En ese sentido, he intentado asistir en todas
las ocasiones, y no solo por apoyar a los compañeros o por enterarme de lo
acontecido en las reuniones mensuales, sino sobre todo porque siento que esos
son “nuestros” espacios. Conozco la triste situación de compañeros técnicos de
otros institutos quienes no se reúnen y, definitivo, no me gustaría estar en
esa realidad.
En ese sentido, me
siento muy privilegiada de laborar dentro de un espacio como el del Instituto,
no solo por estos sitios que los trabajadores han ganado y defendido sino
también porque estar dentro de un instituto –antes centro- ha significado para
el propio Archivo que éste sea uno dedicado a las tareas archivísticas e
históricas y no a la gestión documental. Somos un archivo atípico, alejado de
los documentos administrativos o de concentración, más bien dedicado a la
investigación y difusión.
Por eso, mi trabajo
cotidiano me hace ser una técnica académica pero que investiga porque se dedica
a conocer e indagar la historia de las instituciones educativas o la biografía
de las personas que produjeron documentos. Desenmaraño, con pocas pistas, la
historia de fondos y colecciones.
También aprendo sobre el contexto de producción de los documentos. Además
redacto cientos de fichas y textos, los cuales a veces concluirán como
artículos breves de difusión o científicos. Por supuesto que soy una
investigadora especializada en archivística.
Además, las tareas
académicas y el salario de los técnicos, según indica el Estatuto del Personal Académico sobre todo en el artículo 12 cuando
describe los requisitos de las nueve categorías, dependen de su nivel de
formación. Es por eso que decidí compartir con ustedes algunos aspectos más,
así como una reflexión en torno a la superación académica de los técnicos.
Seminarios como
confluencia entre investigadores y técnicos
Desde mi incorporación he participado en algunos
pocos seminarios dentro del IISUE y que, para los informes anuales, son los que
comprueban mi dedicación a la superación académica. El que duró más tiempo,
para mi corta duración en este Archivo, fue el organizado por la Jefatura de
Organización y Descripción, llamado “Seminario Interno de Organización y
Descripción”, al cual asistían la mayor parte de los técnicos del área. Este
espacio nos permitió ponernos a dialogar en torno a los temas archivísticos
propios de nuestras actividades, así como a leer distintos materiales básicos y
novedades y, sobre todo, plantear soluciones a las diversas problemáticas de
nuestros trabajos. Allí presenté, como novatada por ser mi primer trabajo
dentro de este Archivo, los instrumentos descriptivos que hice del fondo
Escuela de Graduados/Posgrado, y con esa discusión se enriqueció muchísimo mi
trabajo. Se hizo más profesional.
También asistí a dos
seminarios, a los cuales les llamaré mixtos, los cuales fueron dirigidos por
investigadores del propio Instituto. Los asistentes, solo técnicos. Ambos se
titularon “Seminario Interno de Titulación”, y estuvieron a cargo de las
doctoras Leticia Pérez Puente y Margarita Menegus, sucesivamente. Para mi fueron cruciales ya que me ayudaron a
concretar los proyectos de las dos tesis que presenté en el 2013: la de
maestría en Historia por la UNAM y la del máster en Gestión Documental y
Administración de Archivos de la UNIA. Esto es, alimentaron mi superación
académica de una manera muy nutritiva. El conocimiento de la metodología
histórica, pero sobre todo su apertura,
guía y solidaridad de estas dos investigadoras me permitieron concluir en
tiempo y forma mis protocolos, la estructura de las tesis así como la redacción
final.
Finalmente, también
he asistido a solo dos seminarios convocados por el área de Historia de la
Educación y la Cultura: el primero, “El contacto entre cultura letrada e
iletrada como vía de trasmisión no formal de saberes en el siglo XIX mexicano”,
coordinado por la investigadora Rosalina Ríos y por Juan Leyva, el cual me
significó muchísimo trabajo de lectura e investigación y el cual, al tener una
dinámica propia de seminario me permitió aprender muchísimo, por lo que no
puedo sino agradecer las herramientas que me dotó ese encuentro. El segundo,
“Historia de la Universidad Nacional en México”, coordinado por Hugo Casanova,
más al estilo de conferencias y presentaciones, me permitieron conocer el
trabajo y las aportaciones de los compañeros investigadores de la línea.
Estos dos últimos
seminarios, al que asistieron estudiantes de diversos niveles además de algunos
otros técnicos, tuvieron dos consecuencias gratas: la primera es que pude
rescatar mis trabajos finales y presentarlos a revistas de prestigio nacional
–como producto de dicha superación académica-, y la segunda es que dimensioné
de una nueva forma el significado de la riqueza documental del Archivo. Todo lo
que fue presentado en las mesas, era completado en mi cabeza por algunas notas
de textos que me ha tocado organizar, describir o leer mientras he buscado otro
asunto.
Obviamente que
investigadores y técnicos del Archivo estamos muy interrelacionados: nuestro
trabajo puede enriquecer el que hacen los investigadores del otro edificio, y
su labor –definitivo- puede ayudarme mucho a entender procesos administrativos
y sociales de la Universidad, sobre todo si lo pensamos como parte de la
necesaria formación académica de todo el Instituto.
Colaboración entre
investigadores y técnicos
Aunque fui por muchos años ayudante de
investigación en la ENAH y conozco del asunto, mi experiencia en cuanto a
colaborar y ayudar a otros investigadores en el IISUE es muy pequeña, pero
quisiera aún así dedicarle dos párrafos.
En
el lapso de mi estancia, he colaborado con pequeñas notas y datos con varios
investigadores. Preguntas que brotan de casualidad y que conozco las respuestas
pertinentes. Ese es mi trabajo: cuando algún usuario que asiste al Archivo
–sean investigadores internos o externos- quiere hacer, por ejemplo, la
historia de las materias de arte en la educación media durante el siglo XX, yo
reflexiono en torno a los fondos que conozco y luego los oriento con mis
propias fichas o las de otros compañeros.
Pero
no me parece adecuado ser colaboradores de un solo investigador. No lo creo
conveniente, y sobre todo porque eso implicaría sobre especializarnos con un
solo contenido. Y, la verdad es que en el Archivo estamos acostumbrados a
trabajar con tantos temas, tiempos y espacios –por ser proyecto del propio
Archivo- que sería casi un desperdicio ese tipo de relación unilateral. Lo
considero importante para incluirlo aquí, porque me parece que estos momentos
de intercambio son las prácticas de la teórica formación académica que
recibimos en aulas. En ese sentido, están también interrelacionadas.
Propuestas
Después de lo expuesto creo que quedó mostrado que
nuestro trabajo está vinculadísimo a la superación académica, por lo que
pregunto, ¿cómo ampliar estos privilegios de la formación escolar mediante un
mayor contacto entre técnicos e investigadores del Instituto?
Yo distingo las
siguientes propuestas: 1- Socializar nuestras especializaciones temáticas así
como nuestros productos (desde libros, artículos, capítulos de libros y demás
ensayos referentes a la historia de la Universidad hasta instrumentos
descriptivos de fondos y colecciones del Archivo) mediante avisos y ligas pero
localizadas solo en la web interna; 2- Generar más espacios mixtos y de
convivencia académica, que podrían ser libros o trabajos periódicos
editoriales, además de seminarios que sean de interés común a técnicos e
investigadores (por ejemplo, para titularse, escribir un libro o un artículo),
y que busquen reactivar el interés por la superación académica, los cuales
debieran estar acordes con una política del instituto tendiente al
reforzamiento de la investigación histórica y educativa; y 3- Hacer práctica
común la colaboración académica entre todos: quizá mediante “chats” o
“pizarrones de avisos de solicitudes académicas” colgados en la propia red
interna del IISUE, en las cuales puedan ponerse preguntas y respuestas
instantáneas de parte de todo el personal académico, con el objetivo de
circular el conocimiento que generamos, y practicar nuestros viejos o recién
obtenidos saberes teóricos.
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