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Un couple brune sur la plage naturiste du Cap d´Adge

Glenn quería llevarme al paraíso de los nudistas: a Cap d´Adge, Francia. Él ya había estado por acá hace años, 2018, de hecho fue al mismo tiempo que hicimos un viaje a Ibiza, España. En esa ocasión él viajó por tren desde Barcelona hasta Cap d´Adge. 



Agosto fue el mes escogido, y volamos a París, en pleno momento olímpico, y nos dirigimos por tren hacia Perpignan. La verdad es que es increíble viajar a un lugar al que ya conoces, y te sabes las rutas, las formas y entiendes bien el panorama. En ese sentido, Glenn es un maestro de la brújula, y por eso llegamos sin titubeos y de la manera más amable y rápida. También por eso anduvimos en bici, desnudos en la villa y vestidos en el pueblo, disfrutando de la libertad francesa.

Al entrar a la Villa Nudista (Village Naturiste Cap d´Adge), Glenn se desnudó y caminó confiado en sí mismo. Yo no pude, y eso que soy una nudista con práctica. Con práctica, sí, claro, pero en la playa, ¡no en la calle! Me costó dos-tres días para soltar esas riendas de mi cabeza, y acudir desnuda a la tienda, a comprar pan o verduras, o caminar sin tapujos, feliz y altiva, como lo hago en la playa. Este tipo de bloqueos me parece que son importantes porque te permiten conocerte, y después de darle vueltas al asunto, pues superarlo. Me sentía un poco poseída de ciertos prejuicios culturales y, además, desposeída de mi lengua. Mi francés es básico, y aún así me lanzaba, sintiéndome bloqueada, por lo que respondía en inglés, así que el español quedó un poco en la trastienda.

Si estás leyendo este post es porque seguramente conoces Cap d´Adge o has escuchado hablar de esta playa, más que naturista, más que nudista, más que sexual, completamente libertina. Hay varios complejos habitacionales que esperan a los turistas europeos, mucho más franceses por supuesto, que acuden a la cita que comienza en junio y concluye en los primeros días de octubre. Hay muchos bares, restaurantes y centros de reunión swinger que están abiertos las 24 horas o solo después de media noche. Aunque puedes ver por aquí y por allá algunos nopales y palmeras, la verdad es que sí hace frío en invierno en esta playa, no importa que estés en el Mediterráneo. La evidencia son las chimeneas y las máquinas de aire acondicionado.

La visita promedio diaria es entre 10 y 30 mil personas. Por eso es que todas las playas que componen la villa nudista, de largo son dos kilómetros,  están llenas desde temprano. Ya que el sol sale a las 6 am y se mete a las 9 pm, no importa si llegas tarde, siempre habrá posibilidades de disfrutar el mar, el sol y la arena. Si caminas un poco más, hacia la Bahía Cochinos, enfrente de las dunas, también puedes gozar de los shows sexuales que acontecen y crecen como hongos en cualquier momento, en cualquier espacio, con quien sea: en la arena profunda, en la arena cercana al mar, en las dunas, en las olas mismas...

La energía sexual del intercambio constante que se da entre los asistentes es imponente. No hay escapatoria. Ves un grupito por acá, y te dan ganas de ir a mirar. Hay otro allá, más lejos, y entonces se enciende la necesidad de ir a ver. Luego de tocar a tu pareja o a ti mismo. Ves los ojos, los cuerpos, los deseos a flor de piel. 




Este encuentro de voyeuristas, miles, y de exhibicionistas, miles, es rítmico y cadencioso. También candente. Hay una esquina en la que se descansa porque las parejas solo toman el sol o comen algo, y después, de forma inesperada, allí están toqueteándose y encendiendo la llama del deseo entre los vecinos. No importa que la pareja o el grupo sea heterosexual u homosexual, los géneros son indescifrables aquí entre tantos cuerpos de seres humanos.

Lo mismo sucedía en las albercas o en los restaurantes y tiendas: los intercambios de miradas, de comentarios, de emociones, de imaginerías: que si aquellos son una pareja de esclava sexual y su amo, que si ellos hacen muy bien el fisting, que si la chica recibió suficiente semen para su cuerpo, que si la fila para  penetración o felaciones era pequeña o larga, que si los moretones de las nalgas son de numerosos spankings, que si el dildo anal en la señora de al lado es de diamantes o solo de espejos... Eso sí, para mi fue revelador ver mujeres teniendo orgasmos muy chorreados y escuchar que los mirones admitían el buen trabajo de equipo con un bien merecido aplauso.

Otra cosa que se me quedó muy clavada en mi vivencia fue admirar que los cuerpos de los playistas están depilados completamente. Está bien mirar uno o dos, pero ¡que todos estén depilados del pubis, de los testículos, del ano, de las piernas!, me hizo pensar mucho. En mí, por supuesto. Yo me siento una mujer muy liberal, nudista y con muchas etiquetas que considero importantísimas para configurarme como naturista: vegana, deportista, no médicos alópatas, no medicinas... pero ¡con pelos en el pubis! Eso me superó. Y luego comencé a contar a las chicas peluditas: solo vi a dos más. Tres mujeres con pelos. Pregunté a Google, y me dijo que en encuestas las mujeres admiten depilarse todo en un 34%. No sé si todas ellas van a las playas nudistas, ¿será?

Entonces, así las cosas, Glenn y yo éramos muy distintos de todos los demás. No solo por los pelos (Glenn se rasura un poquito, pero él es tan peludito...), sino también por el idioma, y sobre todo por lo moreno. Éramos una pareja de morenos que se salía completamente del estereotipo de belleza francés. Exóticos. 

Glenn me decía: "everyone looks you hairy pussy! [¡todos se te quedan viendo por tus vellos!]"... Y pues sí. Así soy. Así somos algunas de las nudistas latinoamericanas. Por cierto que conocimos a un mexicano y a otro peruano quienes viven en Colonia, Alemania, y ellos nos comentaron que vieron a una colombiana y a otra chica brasileña. 😃 Y vimos a nuestros queridos zipoliteños franceses Löic et Thierry, ¡fue hermoso!

En ese espacio, ambos recordamos muchos momentos de nuestra vida como solteros, con otras parejas o amantes, por lo que se nos abrió un poco más el corazón. Porque Cap d´Adge es para todos, pero se disfruta más en pareja, si es que ellos intiman más. Y eso es lo que nos pasó: nos dimos cuenta que caminamos de la mano, mientras nuestra mano es más libre y más cercana, en pleno conocimiento y confianza. I love you, Glenn.





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