Ya estaba mucho mejor de mis piernas y cuerpo, por lo que no dudé en hacer t o d o lo necesario para poner atención a cada instante de lo que aconteciera. Y así fue.
Las actividades que tuvimos incluyeron las prácticas matutinas en los parques de Pilares de la colonia Del Valle y Viveros en Coyoacán de la Ciudad de México así como en el Planetario de Morelia y en el muelle de Ixtapa, un taller maravilloso sobre El Chi y una propuesta innovadora de clasificación y calificación del Ego y del Ser, la grabación en el programa de radio Camino Amarillo, terapias, asanas, meditación frente al hermoso mar, comida saludable y vegana, sonrisas y felicidad...
Convivimos por primera vez con muchas personas amables, amorosas y abiertas a disfrutar nuestro camino: el Yug-Do. Entre ellas estuvieron niños-sol como Elian y Diego. Ah, por supuesto que también tuvimos más de una hora de árbol (coordinada por nuestro querido cinto rojo Serafín) en la cual yo veía torpemente lo que sucedía. Allí aprecié mi desgaste físico. Luego fui premiada con el cargo de coordinadora en México.
El mar, los cocodrilos, la comida vegana, los helados de chocolate y la felicidad estilo Yug-Do me dejaron entrever mis alas para ya dedicarme a volar...
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