domingo

Al encuentro de Isabel Bueno y las bibliotecas de Madrid

El viaje finalizaba, pero aún quedaba por hacer una parada más: la ciudad de Madrid. Esta ciudad que tanto me fascina visitar y vivir de diferentes maneras, me abrió la puerta en muchos sentidos. Al hospedarme cerca del Museo Reina Sofía pude ir a trotar cada mañana al Parque del Retiro -favorito entre favoritos-, así como prepararme en todo para concentrarme en lectura y análisis de mis textos para concluir una ponencia en las bibliotecas del propio Museo así como de un Centro de Estudios Sociales fuera de la estación del metro Lavapies. A pesar de escribir sobre la Escuela Nacional Preparatoria  en este espacio tan lejano, huellas que me conectaban con la institución educativa se me revelaban en cada paso. Por eso, estoy segura, que yo sigo a San Ildefonso pero San Ildefonso también me persigue a mí.




De las situaciones maravillosas que viví allí fue el comer con Nacho en su restaurante vegano, reconocer ciertos espacios a los que siempre asisto (al callejón Amor de Dios, por supuesto para comer en La Botika, o comprar ciertos artículos difíciles de conseguir en México, como libros y alimentos) y ver a mi amiga Isabel Bueno.

Ella es una joya madrileña. Juiciosa, inteligente, amorosa y con historias que me salpican de generosidad y felicidad, además ella es especialista del México prehispánico. ¡Qué maravilla es cruzar tantos terrenos para sentarse a comer con mi Isabel!

Y solo ella pudo lograr una visión por más que excepcional para mi: ¡justo me llevó a tomar un te donde, hace nueve años, el profesor emérito Julio Aróstegui (+) y su esposa Nieves también compartieron conmigo su sapiencia sobre Madrid con esta mexicanita!

Por tanto, sigo convencida que me hace falta rebuscar y papalotear más por esos lares, así que ¡hasta la otra, querido Madrid!




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