domingo

Soy la observadora: Semana Santa en Murcia 2017

Esta ocasión me alisté para acompañar a los maestros en la celebración de Semana Santa muy al estilo Yug Do. Con mucho empeño me dirigí a Murcia, y comencé a conectar con esta nueva pasión por el viaje a las entrañas y al pasado de esta región española: la Murcia de antaño y salvaje.




El programa del largo fin de semana incluyó ir a los baños termales de Mula, a Caravaca y Calasparras, así como a la Sierra Espuña. Pasear por los viejos espacios de los templarios, y reconocerme en el largo linaje de mi humanidad, me reconfortó plenamente. Por eso, la asistencia a los baños de Mula fue, como antes, la antesala de una reflexión profunda a nivel corporal y emocional respecto a mis necesidades.

Si, la pregunta básica, ¿qué necesito?, me centró en muchos aspectos que estaban dispersos después de un largo viaje que no solo implicó cruzar mares y sierras sino que también perforó en relaciones presentes que, según las reglas de la sociedad, son  de lealtad extrema, casi irreflexiva.









Las prácticas matutinas de Yug Do frente al mar apacible de Los Alcázares , las posturas de Yoga en varios lugares y la meditación que realizamos con el maestro Antonio Iborra, lograron centrarme en un aquí y ahora, que ahora me son lejanos en la distancia terrestre pero que están cerca, muy cerca en la distancia amorosa.

Todo esto hizo posible que me compenetrara en la sensación de ser libre y ser, solo ser, al ver a tantas aves y flamencos así como a los arruiz y otros pequeños mamíferos. Libertad y amor, contemplación empática que me animaron a disfrutar la vida misma de otra forma. 




Entonces, el viaje que hice para encontrarme con mi familia -si, con Lore, con David, con Raúl Villar (mi amado cinto dorado) y mis maestros Antonio y María- me dieron pautas válidas para el aquí y el ahora que siguen siendo aquí y ahora, porque están suscritas sobre un contrato de respeto, tolerancia, libertad y amor. Aprendí cómo se orienta y se apoya, a diferencia de las experiencias violentas que reconozco en mi entorno. Por eso, alimentar el alma a la par de alimentar el cuerpo -¡oh, deliciosas paellas y desayunos veganos que nos preparamos!- era una consecuencia natural.



De nueva cuenta, el viaje y el encuentro me sirvieron para comprender que yo soy, simplemente,  la que observa...

No hay comentarios: