Por fin me fue posible incorporarme a los cursos de Acupuntura que mi maestro Antonio Iborra imparte. Esta vez, y debido a la contingencia por el Covid-19, tuve la oportunidad de sumarme a ellos desde la comodidad de mi casa.
Entonces estudié y aprendí sobre el
elemento tierra, la primavera y órgano y víscera catalizadores del cuerpo
humano: el hígado y la vesícula biliar. La dinámica del taller me brindó mucha
información teórica pero también práctica.
Es por eso que a partir de la primera
sesión adopté la disciplina de realizar ciertos movimientos estimulantes de
ambos meridianos. La verdad es que sí me sorprendí de sentir una pequeña
pulsación dolorosa en el punto H14, pero aún con eso continué con mis
ejercicios.
En una sesión, el maestro nos habló
de la limpieza hepática, por supuesto basado en el texto de Andreas Moritz, La sorprendente limpieza hepática y de la
vesícula biliar. Y allí conecté con mi viejo deseo de realizarla: hace años
leí el libro y me asustó que yo, como millones de personas más que viven en
esta hermosa tierra, podría tener piedras en hígado y vesícula.
Sí, porque de pronto me enojo; sí, porque
tengo algunas arrugas y lunares; sí, porque tengo debilidad y baja energía; y
sí, porque tengo temporalmente problemas con encías y piel. En mi condición de
ser una mujer sin enfermedades crónicas, deportista, que no mira t. v. y vegana
puedo pasar la prueba de manera panorámica, pero en una estricta evaluación
quizá la aprobación sería mediocre.
Y entonces decidí hacerlo. Por siete
días tomé un litro de jugo de manzana, muchos tés deliciosos y cuidé más mi
vegana dieta: menos aceite y nada de chocolate. ¡Qué pesado!
El día de la limpieza, mi ayuno fue
formidable y la purga me gustó. Y pues sí: arrojé algunas piedras, en realidad
pocas y pequeñas. Aún con ese resultado, puedo decir que todo fue grandioso.
Tanto así que al día siguiente pude hacer āsānas complicadas para mí.
De hecho, viví una experiencia mágica
y excepcional con la limpieza hepática: la recomendación es acostarse por 20
minutos y conectar con tu cuerpo y sus sensaciones. Lo hice, y fue muy emotivo:
viví un momento lleno de luz y colores, emociones, paz y tranquilidad.
Y ello no era nuevo en mí. Un día
antes, Glenn y yo tuvimos un encuentro sexual afortunadísimo: más de dos horas
de intercambio de cariños y caricias que me llevaron a obtener un goce
ilimitado, majestuoso, y que permitió que las joyas de mi cuerpo fueran
reveladas.
Sí, tal como Naomi Wolf explica en su
libro Vagina. Una nueva biografía de la
sexualidad femenina, con la relajación, el amor, la confianza, la
dedicación, la luz tenue, y un amante experto y bien guiado por mí, pude
alcanzar un orgasmo eterno que dibujó en mi cuerpo desnudo flores de colores en
movimiento. Repito: las joyas de la diosa fueron reveladas.
Las manzanas conectaron esas piedras
con las joyas de la diosa. Ahora lo sé.
Por eso recomiendo que antes de
realizar una limpieza hepática tengan un orgasmo de flores o estrellas en el
que se logren derramar las joyas.
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